Un bosque joven, plantado por una mujer de la Amazonia peruana, atrajo a unos 40 ejemplares de un pequeño primate que ya no encuentra lugares donde sobrevivir.
JUANJUÍ l Tierramérica Por Milagros Salazar, enviada especial
La especie Callicebus oenanthe sólo habita en esta zona selvática de San Martín, Perú.
Un área de conservación de apenas 23,5 hectáreas se transformó en refugio de un animal único y en peligro en la región nororiental San Martín: el mono tocón. Una mujer que ama la vida rescató este lugar hace 17 años.
De pronto se escuchan unos cantos guerreros. Algunos provienen del norte, otros del sur, luego del oeste y del este. Marcan el territorio al amanecer y proceden de 10 familias de monos tocones (Callicebus oenanthe), cada una de cuatro miembros: padre, madre y dos vástagos.
"Cada uno grita en diferente momento, pero todos entre las seis y 7:30 de la mañana", describió a Tierramérica la joven bióloga estadounidense Josephine (Josie) Chambers, que muestra emocionada las pruebas en videos y fotos.
Son color entre parduzco y anaranjado y miden 30 centímetros de largo. Algunos miran con curiosidad a la cámara, otros se esconden y emiten ruidos en señal de peligro. Todavía existen y se han refugiado en el área de conservación privada Pucunucho, en la provincia Mariscal Cáceres de San Martín, administrada por la no gubernamental Amazónicos por la Amazonía - AMPA.
Esta región es una de las tres más deforestadas de la Amazonia peruana. Para afrontar el problema, organizaciones sociales y pobladores consiguieron que el Estado les concediera cuatro áreas de conservación con una superficie total de 267.133 hectáreas, amparándose en la Ley Forestal y de Fauna Silvestre de 2000.
Pucunucho forma parte de esa red para preservar o restaurar la biodiversidad.
"Sorprende que un bosque joven como el Pucunucho, recuperado en sólo 16 años, pueda ser el refugio de una especie en vías de extinción", dijo Chambers, que a los 21 años ya tuvo oportunidad de trabajar con los monos colobos rojos de Uganda y los monos machín de cara blanca de Costa Rica.
Los tocones pueden vivir apenas hasta una altitud de 1.000 metros sobre el nivel del mar, en las zonas bajas donde más ralean los bosques, que han cedido terreno a la agricultura, la ganadería y los centros urbanos. Pucunucho, por ejemplo, está a apenas 10 minutos en automóvil de la zona urbana de Juanjuí, capital de Mariscal Cáceres.
"Se requiere ampliar su hábitat para que no se queden aislados porque, si no, en 30 o 40 años van a desaparecer al no haber intercambio genético", describió la bióloga.
El Proyecto Mono Tocón aspira a crear un corredor de 180 hectáreas. Para eso se requiere ayuda de los vecinos del lugar, pues deben ceder una parte de sus terrenos.
El corredor se ubicaría en las zonas laterales de la microcuenca del río Pucunucho, que nace entra las cuencas de los ríos Huallaga y Huallabamba.
"Sí, estaría dispuesto a ayudar a cuidar a los monitos", dijo a Tierramérica Isaías Moreno, de 70 años y vecino del Pucunucho. El quiere seguir los pasos de Trinidad Vela, una mujer ahora de 74 años que en 1994 empezó el rescate de este bosque cultivando especies oriundas de la zona.
"Hubo una mano inteligente de mi madre: primero buscó plantas propicias como las leguminosas para recuperar el suelo, después cultivó yacushimbillos (Inga sp.), aguajes (palmeras Mauritia flexuosa), moenas (Aniba gigantiflora), caobas, todo en desorden como en un bosque natural", explicó emocionada a Tierramérica la bióloga Karina Pinasco, hija de doña Trinidad, como se la conoce en la zona.
La cruzada iniciada por su madre permitió recuperar el caudal del Pucunucho, que estaba seco. En 2005, esa agua salvó a sus vecinos agricultores de una fuerte sequía. Hoy, la sorpresa son los monos tocones, que se alimentan principalmente del yacushimbillo y de frutas.
"Cuando empecé a recuperar el bosque, no pensé que se convertiría en un hábitat con tanta vida", dijo Vela a Tierramérica.
Pero las amenazas están latentes porque los pobladores cazan a los monos como alimento y hay proyectos de desarrollo que no consideran el impacto ambiental.
En abril de 2010 la empresa estatal Electro Oriente deforestó parte de la zona para colocar una torre de alta tensión sin pedir permiso. Pinasco hizo entonces una valorización de las especies de flora y fauna afectadas, que ascendía a 117.357 dólares.
La compañía fue denunciada de inmediato, pero la fiscalía ambiental regional notificó a Pinasco hace poco que no existió delito ambiental.
En Pucunucho hay una gran riqueza de especies. El equipo de biólogos que investigó a los tocones ha identificado variedades de aves como pavas de monte, tucanes, colibríes y shanshos (Opisthocomus hoazi), considerados el eslabón perdido de las aves primitivas, una suerte de reptiles emplumados.
"Perú es un país megadiverso que da vida a especies únicas en esa transición entre la selva y (la cordillera de) los Andes. Hay mucho que investigar aquí", dijo a Tierramérica el biólogo español César Aguilar.
Chambers y Aguilar llegaron a San Martín enviados por la organización no gubernamental británica Neotropical Primate Conservation. Aquí tomaron contacto con AMPA y con un grupo de jóvenes ingenieros ambientales de la zona que desde 2007 trabajan en el rescate del mono tocón, entre ellos Sergio Rodríguez.
"Me llamó la atención la forma en que se agrupan (los tocones) y que, a diferencia de otras primates, es el macho el que carga las crías y no la madre", dijo Rodríguez, de AMPA.
Según las indagaciones de este grupo, la especie se encuentra en la zona del Alto y Bajo Río Mayo y llega hasta el Huallaga central, en una extensión de 8.640 kilómetros.
"Queremos hacer un circuito turístico para que nuestra gente conozca lo que tenemos", señaló el alcalde de la provincia Mariscal Cáceres, Renán Saavedra, quien el lunes 4 de abril recorrió muy temprano el Pucunucho y escuchó los cantos guerreros de los monos